POEMAS
Svetlana Lavochkina
Traducción: Ángela Espinosa Ruiz
EL JARDÍN DE LAS DELICIAS DEL DONBÁS
Diciembre 2014
Oye, prisionero Arkady, ya has descansado bastante.
Suicidios aparte, nadie te ha liberado
De tus deberes ciudadanos.
Da el paso de la tumba hacia tu hazaña,
Te garantizo gloria eterna,
Al menos en los dos hemisferios de tu cerebro.
Has demostrado gran habilidad
En el frente inconsciente de la crueldad.
El último julandrón en el reino de los barrotes,
Aniquilaste la invasión de los lobos carcelarios
Con la fuerza bruta de tu morbilidad
Mas no te duermas en los laureles.
Del norte bajan nuevos lobos
Con la bragueta de par en par.
Le han arrancado la falda
A Caperucita Roja
Para clavarla en el torso grueso
De la matrioska imperial.
El sida disfrazado de «mundo ruso»
Derriba las puertas a patadas,
Golpea su pistola en la mesa de negociaciones,
Transcribe al revés
Las marcas del ganado en ácido
En la matriz del low-brow,
Traduce a F. M. Dostoievski
A una letanía vacuna
Que el pueblo llano canta y baila.
Y de aquí a nada
La peste antecederá
A la chiquillería recién nacida
Por toda la Rosa de los vientos.
En los umbrales del milenio
Falsificabas a Vermeer.
Echa dos siglos para atrás:
Encontrarás en ti mismo la pasión
Para una vanguardia de cuchillos afilados.
Arkady, te encargo el tríptico
«El jardín de las delicias del Donbás»,
Como un Bosch retroviral.
Tu lienzo será el horizonte,
Veneno para aviones,
Abono para artistas.
Empieza por un fondo floral:
Un prado de verdor perenne.
«Tulipanes», «Acianos», «Peonías»
En violento esplendor.
No olvides la paleta de infrarrojos:
Los cadáveres, en azul,
Las villas saqueadas, en morado.
Los autos, en magenta.
Y los soldados vivos, carmesí.
Espero que no pongas objeción
A que te pague yo la pintura.
15 mil euros: los he molido en condiciones
Para pigmentos de munición
Para mi batallón.
La sangre hace las veces de aceite de linaza.
¿Sabes? En el primer mundo
Los enfermos de VIH
Toman inhibidores
Y viven tan tranquilos,
Como si nada.
Así, Arkady, tu obra en los cielos
Será como un bálsamo
Para la ciudad de Donetsk.
Panel izquierdo
Los Alpes bávaros.
Liza en la cama king-size,
Su cabeza sobre mi hombro.
Recuerdo cuán tontamente deseara que concibiera:
Europa preñada por el toro del Bloque oriental.
*
Un aterrizaje a tiempo.
Lara entre las flores del trigo sarraceno
Sale a mi encuentro
Con una mirada cómplice;
En su cabello, oculta tras perfumes franceses
Huelo la sopa de pescado hervido.
La escalera mecánica pasa el bloque de la cabeza de Prokófiev
Ella saca su iPhone y muestra con orgullo
La foto de dos líneas:
La del test más oscura que la de control.
Sus estúpidos Louboutins no hacen más
Que engancharse en los escalones.
Ya sabe lo de mi aventura europea:
Siempre ha sabido ver cuándo he saltado en el trigo.
Lara, no tenías nada que temer.
Siepre te he querido solo a ti, pendenciera mía.
Panel central
Marte, dios de la guerra, ha huido
de su trono de metal
Para vivir en los cuerpos de los artrópodos.
Que sepas que es él
Si ves un bicho muerto.
Entra en un estado de éxtasis
Cada vez que lo mastican.
*
Lara en la ciudad.
En su dedo inmóvil se posa
Un macaón carnívoro.
Desde ahora mi dialéctica es
La trayectoria de mi rifle.
Mira óptica – silenciador – enemigo:
Un francotirador en el montículo
Con un cernícalo que se zambulle
Bordado en la manga
de camuflaje.
Marapi, Vesubio, Rainiero:
Coinciden tres minivolcanes
En un tranquilo lago de dos semitonos de azul.
Yo lo llamaba a veces
La Riviera de la Mina,
O la Crimea del Donbás,
O el Cayo Coco[1] estepario:
Un lugar para citas prohibidas.
Ahora son posiciones de fuego.
Panel derecho
Me he comido las chatarreras de mis hombros
Colgando cabeza abajo.
Si en Donetsk existieran los harems,
Podría colocarme de eunuco.
Tengo la pierna izquierda atada al jeep,
Y la derecha, al transportador blindado. Arrancan
En direcciones opuestas. Un final artesanal:
Privilegio de francotirador.
[1] Cayo Coco es una isla muy turística de la parte central de Cuba.