Extracto de los «Cuadernos prisioneros». CUADERNO MARRÓN

Extracto de los «Cuadernos prisioneros». CUADERNO MARRÓN

Aleś Bialacki
Traducción: Ángela Espinosa Ruiz
 
 
EL⁠ ARRESTO

Quedaba la última escuela[1]. Estaba de camino a Rakau desde casa. Metí unos frascos vacíos en la mochila. Metro. Frente a la oficina de «Viasna» me advirtieron que por allí había gente rondando; vuelvo (por si acaso).

Pensé que tal vez sería otro registro[2].

Un hombrecillo me detuvo en la Plaza redonda [3]. Me enseña su identificación con las manos temblorosas. En el patio nos esperaba todo el equipo. Me mostraron la orden de arresto.

Subimos las escaleras. Registro. Encontraron una pequeña cantidad de dinero, yo mismo les entregué una cinta y un pen drive[4].

Dos «enmascarados» y un camarógrafo en vaqueros rasgados. Amenaza a Adás[5]. Sacan algunos papeles, monedas pequeñas, el ordenador portátil de la novia de Adam y un disco duro del baño[6].

Después, un extraño registro en «Viasna». En nuestro apartamento registraron la tele; allí: una fotocopiadora, una máquina de fax. Se llevaron un par de hojas de papel y dejaron los ordenadores portátiles viejos que había en el sofá[7].

Vamos a la «oficina». Primer interrogatorio. Me niego a testificar. Me llevan «a dormir» al callejón Kolas[8]. Vamos en un coche civil. El Minsk nocturno de agosto.

Me llevan al centro de detención, la «jaula de los monos». Banquitos estrechos. Unos tipos borrachos que rompieron una lámpara en la bolera. Gritos, amenazas, los policías tienen la piel gruesa como elefantes. Después de tres horas los liberan por la noche. Duermo.

Regresamos por la mañana. Segundo interrogatorio. Reconozco las facturas, digo que los ingresos no son míos. Me informaron de la existencia de una cuenta polaca. Hasta se me oscurece la visión. Salimos al pasillo. Voy sollozando.

Pienso: al final se han atrevido a lanzarse. Se acabó la neutralidad[9].

Vamos directo a la Valadarka, no me llevan a Sapiorau[10]. Dicen: es mejor, no habrá retrasos.

La puerta de la Valadarka, me entregan; toma de sangre y rayos X. Control de piel. Registro de bienes. Un «gordito» del Departamento de Investigaciones Fiscales estaba conmigo todo el rato, haciendo algo con una salchicha. Lo echaban a Rusia.

Me dieron algodón, una manta y una zechka (una taza de aluminio). Me llevaron al tercer piso. Celda 22.

Me dijeron que pusiera el algodón. Uno mayor me preguntó, me estuvo explicando. Mi sitio está junto a la ventana. 16 latres, 2 ventiladores, yo soy el 16. Me enseñaron cómo manejar el interruptor del baño, dónde comer. Yo lo que más hago es mirar, observar.

Sakub[11]. Había un chico, constructor, al que le habían echado el mismo artículo que a mí, el 243: «Aquí hay muchos de nosotros», se ríe. Jóvenes hackers, jefes de empresas, un médico iraní que estaba aprendiendo alemán. El día a día queda organizado. No tengo apetito. Voy demasiado lento lavándome los dientes; me gritan. Los primeros paseos.

LOS PASEOS

Los paseos: la salida, el tintineo de las llaves, «¡Vamos!». El descenso al piso subterráneo del castillo. Su descripción: una bóveda, casas deshabitadas, en algún lugar a la izquierda otro corredor…[12] Caminamos con las manos atrás, luego la salida a la puerta de la torre, pasamos de largo. Directamente a los patios numerados 1-10, los de dos dígitos están a la derecha. Plantas, gatos, paredes revocadas, un hoyo de ladrillos en la esquina de un patio, una red y barrotes, el cielo, hojas, un banco. En verano, hago flexiones y sentadillas; en otoño, caminamos. Llevamos botellas de agua con nosotros para que los músculos trabajen. En los patios pequeños hay charcos que cubren la mitad del espacio. Radio a todo volumen a las 15 horas.

Vamos antes del almuerzo los fines de semana, después del almuerzo entre semana.

Aquí se puede hablar más abiertamente, porque escuchar las conversaciones es más difícil, aunque no imposible.

Respiro porque me duele la cabeza todo el tiempo. Las pegatinas en las paredes son diferentes, hay una flor verde pegada en la pared. Pasamos mucho tiempo caminando, nos ponemos de acuerdo tanto sobre la duración para tener mejores patios. Una escotilla de hierro en el patio. Es broma: salimos en libertad y volvemos.

Hago un chiste: «Vaya, le podría dar una patada al muro que lo echara a temblar y lo derribara… ¡Y hala, soy libre!» – Grito.

Se ve el escudo-frontón del edificio donde se encuentran las mujeres y los menores.

Una vez hubo una pelea entre oficiales y alféreces. Se juntaron tres puntos de venta al mismo tiempo en un pasaje en una bodega subterránea. El alférez grita: «¡Y a un precio!..»

Otoño seco.

Las esquinas de las paredes del patio están enlucidas, hay colillas de cigarrillos y cigarrillos sin terminar que sobresalen de las paredes.

Voy con Max[13] caminando y le cuento: «Vamos caminando por la avenida, vamos al circo». Max pregunta: «¿Adónde vamos ahora?»

Me imagino caminando por la ciudad. A veces hablo solo.

Cuando hay mucha gente en un paseo, los presos salen al patio y simplemente se quedan quietos de pie.

LAS CONDICIONES DEL ⁠CAUTIVERIO

Suena el comedero a las 5:30; los fines de semana, a las 6:00.

Pan negro, dietético y blanco.

Nos molestan y se ponen pesados los controladores, pero en general dormimos.

Tengo lana y una manta, estoy bien.

Otros lo tienen peor, y algunos hasta tienen dos mantas.

A las 8:00 hay una inspección (como suele pasar).

Entonces (o antes de eso) desayunamos.

Después cada cual va a lo suyo. Unos duermen, otros escriben y algunos leen.

Los juicios son por la mañana, o a las 6:15, o a las 8:30.

El almuerzo comienza a prepararse a las 12:30. A las 13:30 se sirve el almuerzo.

A las 14:15 se da un paseo hasta las 16:00, luego el té es obligatorio

A las 18:30 se prepara la cena.

A las 20:00, otra inspección.

A las 22:00, dan la señal para dormir.

Aproximadamente a las 11:00, la enfermera.

Antes del almuerzo nos llevan a ponernos las inyecciones.

Antes y después de almorzar son las visitas al abogado.

Los lunes a las 9:00 toca ducharse.

A las 11:30, la correspondencia.

A las 12:30, los periódicos.

Después de la cena, el llamado «jabalí» (la entrega de paquetes).

Después del juicio, a las 19:00. Los miércoles hay entrega de medicinas, puede haber un reloj, etc.

Una vez a la semana hay chequeos médicos.

LA COMIDA

Nuestra dieta: gachas, cebada perlada, sopas de guisante perla y leche (con gachas o pasta), patatas, compota, leche, repollo.

Nuestras sopas y ensaladas son exclusivas.

Una tetera, cucharas, platos.

Ha entrado un «jabalí» (nos han dado un paquete).

Una taza, un remo, un casco (una taza, una cuchara, y un cuenco).

Agua fría, un purificador de agua.

Dinero: dulces, malvaviscos, mantequilla, chocolate, agua mineral, papel higiénico y «galletas de cuadritos»: gofres.

El «jabalí» trae carne, manteca de cerdo, salchichas, trigo sarraceno, arroz.

No hay nevera (los que la piden van «a dar una vuelta», o sea, los trasladan de celda en celda).

Té negro, verde (chino), café y el «Jockey» de aquí.

Pastillas rusas con una vida útil de 7 meses.

Leche en polvo.

Para el juicio: chocolate, galletas de cuadritos, agua. Lo mío me lo da directamente el controlador.

Pan «del permitido» y «de los contratados».

Varias recetas de sopa. Yo no cocino verduras.

Echamos la dieta de Pavlovich (carne o estofado) a la sopa.

Por la mañana, su dieta consiste en mantequilla, cortes de embutido o salchichas. («Hay que dar ‘gracias’ a nuestros familiares, no a nosotros»).

En los primeros paquetes viene lo básico: agua, pan.

A Max no le llegaba ningún paquete. Lo dije en una carta, Natalia empezó a mandarle.

LA CELDA, EL PASILLO, LAS OFICINAS

El «dalnyak» (lejano) es una letrina cercada por cortinas de baño con peces.

Los catres están detrás de una pared.

Los «keshar»[14], una mesa de centro amarilla, las paredes, el techo blanco, el suelo de hormigón con guijarros blancos.

Divisiones en la zona común.

Un estante con medicinas, libros, un televisor, caramelos e hilo. Una mesita de noche que guarda provisiones. Una tetera y un limpiador encima de ella. Al cocinar, colocamos el «kamaz»[15] en el sitio del limpiador, metemos en él el hervidor envuelto en celofán.

Colgamos la lamparita de noche.

La comida en las rejas[16], las botellas de agua en la esquina.

El radiador sobre el que secamos la ropa.

Hay unos barrotes encima de la puerta, la colgamos en ellos.

Conseguimos darle a la radio con un palo y apagarla.

Un lavabo de hojalata, un grifo de agua hecho con un tubo de pasta de dientes, una palangana y otra más pequeña (lugares para dormir). Los cepillos de dientes se colocan en botellas de agua cortadas.

Las reglas de orden están en la pared.

Los keshar están debajo de los catres.

Fregamos y barremos una vez cada dos días.

La tele es de la marca «Vitsiebsk», pequeña, se apagó y pedimos que nos la repararan.

LAS CARTAS: MI⁠ YO ⁠INTERIOR

Escribo mucho, tengo posibilidad, las condiciones lo permiten.

Los primeros dos meses: leo, estudio inglés.

Después me preparo para trabajar.

Les escribo a los demás que me he vuelto mejor, más limpio, está sucediendo lo que describía Ginzburg, pero no en iguales condiciones, porque aquí es más fácil, y yo soy más viejo. Sin embargo, aquí no haces nada malo porque no hay manera, no pides nada, no pactas con nadie, y nadie te exige nada, no le debes nada a nadie. El cerebro comienza a trabajar más activamente, se reviven las habilidades que se habían desvanecido. La capacidad de soñar es la número uno. La falta de alcohol me ha aclarado el cerebro. La vida primitiva ha elevado mi espíritu. Se han agudizado mis sentidos: ves menos variedad, pero escuchas mejor, cualquier crujido en la distancia.

Lo mismo ha ocurrido con los otros residentes. Lo notas todo. Y también estás como en la palma de tu propia mano.

Y los sentimientos internos cobran vida: vuelves a aprender a escribir cartas, a expresar tus sentimientos a través de la palabra.

Los sentimientos se vuelven más complejos, más brillantes y multicolores: el amor, la amistad, el compañerismo, la cordialidad, la aversión, la desgana: todo adquiere relieve e importancia, no se ve interrumpido por el ajetreo y el bullicio cotidianos.

Hablo mucho menos, pienso más, siento, proceso. Mi alma ha rejuvenecido. Recuerdo haber sentido algo similar cuando tenía entre 20 y 30 años, durante aquel período.

Y piensas más en tu lugar en la vida, en tus «coordenadas existenciales».

He vuelto a «comenzar a hablar con la gente», me he encontrado con tiempo y ganas.

Recuerdo mucho mejor cómo era todo.

Después de tres meses y medio, me volví más seguro. Me adapté. Me siento como en casa en la celda, hablo con los demás, con los que sirven la sopa y con los guardias armados. Me he calmado y miro al mundo con unos ojos menos salvajes. Poco a poco, la prisión de Valadarka se convirtió en mi hogar.

Leí en la revista «Dzieyaslou» en una entrevista con Buraukin: «Muchas veces ya no se puede arreglar nada, ya han pasado años. No puedes traerlos de vuelta, pero el hecho de que se debería valorar más la vida, valorar más las relaciones humanas, valorar la felicidad de la unión con la naturaleza, la unión con los amigos, la unión con la alta literatura, ahora se piensa cada vez más, y cada vez con un dolor más punzante».

Mis sentimientos son los mismos, pero estoy seguro de que todo se puede corregir y ajustar para hacer que mi vida sea más correcta y cómoda.

Henadz Buraukin continúa: «Mis amigos mayores me contaron cómo la guerra agudizó sus sentimientos, especialmente cuando terminaron en el hospital después de la batalla».

Yo también doy fe de ello. Los sentimientos se intensifican cuando vas a prisión. Y luego, como dicen, todo pasa. ¿Y cómo guardarlo, conservarlo?

Después del juicio, mis sentimientos se apagaron. La espera del juicio y el veredicto se ha convertido en la espera del traslado a una colonia, lo que, al parecer, ocurrirá pronto.

ENSOÑACIONES

Han vuelto. Recuerdo cómo soñaba despierto  de joven, en la escuela y en la universidad. Después mi ritmo de vida se aceleró tanto que mis ensoñaciones simplemente desaparecieron, y ahora me ha escrito Sasha y he comprendido que, sin darme cuenta, he empezado a soñar de nuevo. Y se vuelve bastante intrusivo, pero me gusta.

¿Con qué sueño? Con «Viasna». Con que nos legalizamos, con que recibimos una «casita» del estado, nos ampliamos y todo el mundo cuenta con nosotros.

Igual que el relato entusiasta de Andrey sobre Saki, sobre Crimea, sobre la futura posibilidad de vivir allí durante más tiempo; sueño con el mar, con las montañas, con Novyi Svit o Sudak.

Y también con Vilna y Varsovia.

Y también con un chalecito en Nalibotskaya Pushcha adonde iré en septiembre o agosto a coger setas.

Y también con unas vacaciones con Natalia en algún lugar de Turquía, o de España, o de Italia y Portugal.

Y también con una fiesta en «Viasna», y simplemente con charlar con Adás o con Natalia. Y con una cálida y asfixiante cervecería al aire libre que tenga cerveza de calidad. Y con pasear por el bosque de Rakau y por la Avenida de la Independencia.

Sueño con encontrarme con Natalia y Adás en Varsovia y echar el rato con ellos en alguna cafetería.

Sueño con el momento de mi liberación, ya sea en la sala del tribunal, o aquí mismo, en la prisión de Valadarka, o en la colonia penitenciaria donde probablemente terminaré; sueño que iré inmediatamente a ver a mi padre.

Y con llegar a hacer mi árbol genealógico.

Sueño con que nos reunimos en casa y vienen a vernos amigos y conocidos. Sueño con cómo preparamos la sauna en Rakau y nos reunimos en la sauna Siarzhuk, Edzik y yo.

Sueño con beberme, poco a poco y con gusto, cien gramos de un buen brandy. Y también sueño que voy con Natalia al ballet, y también a la ópera y al teatro.

Veo cada vez más en mis ensoñaciones vacaciones activas y la oportunidad de escribir tranquilamente.
Sueño con trabajar la tierra en el huerto de Rakau.

[1] Escuelas de verano de derechos humanos que los defensores de los derechos humanos de Belarús organizaban para la juventud del país en Vilna, en la Casa de Derechos Humanos de Belarús. En el verano de 2011 hubo cuatro escuelas de este tipo, a tres de las cuales asistí. A pesar de que el Departamento de Investigaciones Financieras y el KGB ya estaban muy involucrados en mi caso, me dejaron salir de Belarús para ir a Lituania con la esperanza de que me quedara en el extranjero y no regresara a Belarús.

[2] A la salida del metro en la estación «Academia de las Ciencias», en dirección a la oficina de «Viasna», me encontré con mi compañero de «Viasna», quien me advirtió que había algunas personas sospechosas rondando cerca de la oficina. Entonces decidí no ir a la oficina, volví a meterme en el metro y me fui a casa. En diciembre de 2010 y enero de 2011, la oficina del Centro de Derechos Humanos «Viasna» fue registrada dos veces, y la policía vino a la oficina varias veces por motivos ficticios.

[3] Me detuvieron a la entrada del metro en la Plaza de la Victoria (la Plaza redonda).

[4] Le di el pen drive que llevaba colgado al cuello a mi esposa Natalia delante del jefe del equipo de registros. Se indignó, pero no se atrevió a quitárselo por la fuerza.

[5] Adam es nuestro hijo.

[6] Natalia y Adam escondieron dos discos duros de ordenadores de mesa en el conducto de ventilación del baño después de la llamada que logré hacer durante mi arresto. Los encontraron durante el registro. Los discos duros tenían y los investigadores no pudieron usar la información que tenían en mi contra.

[7] Después de los registros y la confiscación de los equipos informáticos en la oficina de «Viasna», mis colegas solían llevarse consigo sus ordenadores portátiles. Había dos portátiles antiguos escondidos en el sofá.

[8] En el callejón de Yakub Kolas, D. 3, está el departamento policial «Savietskaye» de Minsk.

[9] Inmediatamente quedó claro que el motivo de mi arresto era político.

[10] En la calle Sapiorau de Minsk había un centro de detención temporal.

[11] En ese momento, el jefe de la empresa de turismo «Sakub», Siarhei Bukas, estaba en la prisión Valadarka, esperando la revisión de su caso.

[12] El llamado «pasillo de ejecuciones», con las celdas donde se encuentran los condenados a muerte.

[13] Max es un chico de 18 años de la región de Kurasou. Pasó en la Valadarka casi un año, acusado de participar en luchas callejeras.

[14] Un keshar es la bolsa en la que se guardan las pertenencias personales del prisionero.

[15] Un kamaz es un recipiente de plástico.

[16] Los barrotes son las barras de la ventana.